Uber, la plataforma que te permite pedir un coche por un precio muy inferior a un taxi y que tiene a miles de conductores participando para cubrir la demanda de un número cada vez mayor de usuarios de la app, está ahora mismo envuelta en varias grandes batallas legales que de ganarlas, le permitiría afianzarse globalmente. Las posibilidades son enormes para este proyecto pero las demandas y quejas de colectivos de taxista y los problemas legales alrededor de si debemos considerar a los conductores como trabajadores o no y cómo se debe encajar eso en los sistemas de impuestos, lo están frenando.
Tuve el placer de asistir a una ponencia de Jesús Fernández-Villaverde en Madrid este año y en ella, el reputado economista ilustró la necesidad de un estado que deje más espacio a la libre competencia con el ejemplo de Uber. Mucho se ha argumentado sobre el tema y después de manifestaciones, luchas judiciales y cruzadas mediáticas nos encontramos con que Uber ha sido prohibido en España, aunque en Cataluña ya se está abriendo una puerta para la vuelta, y que el sector del transporte de personas tendrá que esperar para ser verdaderamente competitivo.
Mi intención no es pregonar las maravillas de Uber pero sí que debemos tener en cuenta que más de un año después, no se ha conseguido un diálogo entre las empresas del sector y el estado tan productivo como para conseguir encuadrar dentro del marco legal a este tipo de empresas. Por lo tanto, los usuarios españoles, y otros muchos europeos, no pueden elegir libremente si desean pedir un taxi, un Uber o cualquier otra forma de transporte como Cabify. Aunque desde Uber se mantiene que no son competidores del taxi y que ambos modelos puedes co-existir…
Tampoco quiero entrar en la definición de Uber, que si es una empresa que se basa en el concepto de economía colaborativa, que si es simplemente una app que se centra en la información y que facilita el match entre usuarios y conductores, que por cierto dicen que no son trabajadores como tal… Eso son batallas políticas y legales con las que no os quiero aburrir. Lo que si quiero es incidir en los principales frentes abiertos de Uber en España y dar mi humilde opinión.
En España, al igual que en Bélgica o Francia, el servicio y la app han sido prohibidos después de grandes protestas de los colectivos de taxistas con denuncias incluidas que serían las que finalmente prosperarían en varios juzgados, España incluidos. Uber es declarado ilegal por ser «competencia desleal» de por ejemplo los taxistas. Y a mi modo de ver es verdad que era competencia desleal tal y como estaba formulado su modelo de negocio.
Si estás exigiendo al gremio taxista el pago de elevadas licencias y otros trámites para poder transportar a personas, además de llevarte una parte de sus ingresos en forma de impuestos. es justo que los conductores de Uber tengan que entrar dentro de un marco legal. Hemos visto cómo conductores de muchos países no pagaban impuestos y no pasaban controles de seguridad de ningún tipo. Ahora bien, es de recibo que las autoridades no cedan ante las presiones de ciertos sectores y que sean capaces de adaptar la legislación para hacer el mercado más eficiente y competitivo.
De hecho, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Neelie Kroes, se pronunció en este sentido en este artículo nada más saberse el fallo de una audiencia de Bruselas que prohibía Uber en la ciudad. En él se postula que se pretende favorecer claramente al gremio de taxistas y se declara a favor de Uber. «Nadie está diciendo que los conductores de Uber no deberían pagar impuestos, seguir las leyes o proteger a los consumidores. ¡Pero prohibir Uber no les deja la oportunidad de hacer lo correcto!» Y es que ya hemos visto a Uber aliándose con otras empresas para solucionar los problemas que muchos esgrimen en su contra en los juzgados.
Además de Uber, Cabify, una empresa de dinámica parecida a la de Uber ofrece un servicio de alta gama en las siguientes ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, A Coruña, Málaga, Tenerife, Bilbao y Vitoria (España), México D.F. (México), Lima (Perú) y Santiago (Chile). El lector puede no conocer esta startup por muchas razones, pero una de las más importantes y en la que quiero incidir es en la limitada oferta de licencias VTC, que autorizan el uso de vehículos con conductor para el transporte de viajeros, en las ciudades de España.
En palabras recogidas por ABC de Juan de Antonio, cofundador y CEO de Cabify, «En Madrid solo contamos con una licencia VTC por cada 30 taxis, algo que limita muchísimo nuestro crecimiento. Hay países, sin embargo, en los que al no estar limitado el número de licencias hemos podido crecer una media del 45 % mensual». Más allá de entrar a analizar la estadística porcentual que aquí se nos ofrece, la idea está clara, hay una gran cantidad de normas que afectan al normal desarrollo de las empresas de transportes.
Por otro lado, el sector del taxi está también aprendiendo a solucionar sus deficiencias y a través de empresas como Hailo, que permite solicitar un taxi a través de una app y que ha conseguido reducir los tiempos de espera de los usuarios que usan esta variante tecnológica para pedir un taxi y moverse por la ciudad.
Y ese es el camino, que todas las ideas puedan competir dentro de un marco legal definido entre todas las partes y que tenga como elemento central favorecer al usuario. Que no se salte nadie la legislación a la torera porque los que definen esa legislación han sabido no caer demasiado en las presiones de ciertos grupos y porque ha habido diálogo. Y ya se está viendo a Uber cambiar su política en ese sentido…