Todos conocemos la famosa frase del tío Ben: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, sus últimas palabras antes de ser asesinado por un ladrón. Esta frase se repite mucho, por lo general de forma irónica, pero es un lema perfecto para explicar algo que de manera inconsciente ya sabes, incluso si no lo habías considerado antes. Es una frase poderosa, pero quizás podemos expresarla de otra manera, “una gran responsabilidad conlleva un gran poder”…
Como muchas figuras influyentes comparten (como Jordan Peterson, Patrick Bet-David, etc), cuanto más elijamos aceptar la responsabilidad de nuestras vidas, más poder tendremos sobre ellas. De esta manera, vemos que aceptar la responsabilidad de nuestros problemas es el primer paso para solucionarlos. Mucha gente asume que responsabilizarse de sus problemas significa también tener la culpa de los mismos. Para desmentir eso, consideremos el siguiente ejemplo: si atropellaras a alguien con el coche, sería tu culpa y seguramente serías el responsable de compensar el daño de algún modo. Incluso si el atropello hubiera sido un accidente, seguirías siendo responsable, aunque no fuera tu culpa. La culpa actúa como fuerza que nos insta a remediar nuestras equivocaciones, pero también hay problemas de los que no tenemos culpa y aun así somos responsables de ellos.
Pongamos que aparcas el coche en un lugar indebido y en consecuencia te llega una multa. ¿Por qué te ha llegado la multa? Porque has aparcado el coche en un lugar inapropiado y tienes responsabilidad sobre lo que le ocurra al coche. ¿Y por qué tienes responsabilidad sobre el coche? Seguramente porque tienes cierto grado de autoridad sobre el mismo, o en otras palabras, cierto poder, lo que nos lleva de vuelta a la frase del principio: “una gran responsabilidad conlleva un gran poder”.
Después de analizar esto, tendremos que decidir si pagamos la multa o decidimos otro curso de acción, por lo que podemos afirmar que las responsabilidades conllevan la toma de decisiones. Tendrás que elegir, y sea lo que sea que elijas, habrá consecuencias, buenas o malas, de las cuales a su vez tendrás que comprometerte. ¿Ves por dónde vamos con todo esto?
Hasta cierto punto eres responsable del estado de tu cuerpo, porque tienes autoridad sobre él. Hasta cierto punto eres responsable de tus notas, porque tienes la autoridad sobre ti mismo para poner tu cerebro a echar humo. Y eres responsable hasta cierto punto de lo que sucede a tu alrededor, porque tienes la capacidad de decidir qué haces en consecuencia, ¿no crees?
De todo lo anterior podemos concluir que somos responsables de las experiencias que, a veces, no son culpa nuestra. Así, podemos considerar la diferencia entre los conceptos de culpa y responsabilidad. Culpa es tiempo pasado y responsabilidad es tiempo presente. La culpa resulta de las decisiones que se han hecho, y la responsabilidad nace de las elecciones que hacemos a cada momento. ¿O acaso no has elegido leer este artículo para saber qué te depararía?
Si te ha gustado esta reflexión, no olvides que puedes suscribirte a nuestra newsletter pinchando aquí.