Los emprendedores asentados

Siempre se tiene en el punto de mira a aquellas startups que acaban de dar sus primeros pasos. Los primeros años son clave para el establecimiento de la startup en busca de un modelo de negocio rentable. Sin embargo, con demasiada frecuencia olvidamos aquellas empresas que en su debido momento fueron startups y ya están asentadas. Es por esto que hoy te traemos la entrevista con los fundadores de Cloud District, una consultora de producto digital nacida en 2010 que está en constante crecimiento. Una entrevista con emprendedores asentados.

¿Qué os movió a hacer vuestra consultora de producto digital?

Jaime – A mí realmente me movió Gede. Yo era menos emprendedor, él es el que es emprendedor por naturaleza. Por aquel entonces yo trabajaba en marketing y la optimización en los buscadores estaba en auge, y trabajábamos ya con temas de usabilidad. Gede por su parte trabajaba en temas de tecnología, en un sector menos pegado al usuario. Nosotros somos amigos de toda la vida, y cuando quedábamos comentábamos, “pues yo veo que en lo mío falta lo tuyo” y viceversa. Y ese fue el germen. Podría haberse quedado en conversaciones de bar si Gede no hubiera tenido ese gen emprendedor, pero bueno, por suerte pudimos avanzar y ya llevamos 12 años, efectivamente.

Gede – Sí, tuvimos suerte de que se nos acercó una persona que creyó en nuestra visión y nos dejó el capital que necesitábamos para arrancar. Ese ya era mi tercer emprendimiento, puede que el definitivo, al menos por ahora. Sólo tienes que tener la suficiente pulsión para seguir adelante.

Claro. Y, ¿de qué se trataron esos dos emprendimientos anteriores?

G – Era la empresa en la que trabajaba antes. Quoriam fue un spin-off de la Universidad Politécnica, de un equipo que trabajábamos en un laboratorio y un departamento empezamos a hacer proyectos para empresas, una cosa llevó a la otra y acabamos construyendo trabajos de software más enfocados a la parte de ingeniería. De manera paralela también construímos una compañía, que ahora es una de nuestras compañías amigas de toda la vida, Baud Branding. Arrancó con visión digital y de branding, pero en un momento determinado la parte de branding cogió mucho protagonismo. Al final Cloud es de alguna manera la salida. Gracias a esa búsqueda y el dinero que tuvimos la oportunidad de conseguir, construímos el germen de lo que es hoy este pequeño proyecto.

Cuando iniciasteis, porque estábamos en plena crisis, ¿diríais que fue gracias al capital que pudisteis crearlo?

J y G – Hubiéramos podido hacerlo de todas formas, seguramente.

J – Lo que nos dio el capital fue margen para tener tiempo para empezar, probar ideas y entender un poco mejor qué queríamos ser. Nos llevó al mismo punto, porque realmente podríamos haber acabado en el mismo sitio, el capital nos dio la excusa, un poco la espoleta. Hay universos paralelos en los que igual no montamos una empresa que se llama Cloud District, o en que lo hacemos después, pero en la mayoría de ellos estamos trabajando juntos, porque nosotros también hemos tenido la tendencia en el futuro de ir trayéndonos a la gente cercana con la que contábamos y sabíamos que podíamos confiar. Yo creo que tú hubieras seguido emprendiendo en cualquier universo paralelo y que antes o después me hubieras liado seguro.

G – Sí, totalmente.

Y cuando empezasteis, ¿os surgieron muchas preocupaciones? ¿Cómo haré esto y lo otro a la hora de terminar los proyectos? 

G – Ahí yo creo que la ventaja es haberlo hecho con 26 años; a lo mejor emprendes con 42 y estás pensando: «y los niños, y la hipoteca, y el coche, y mis padres que están mayores». Con 26 tienes algunas de esas preocupaciones pero no todas. Es un poco más sencillo decir: «bueno, pues si sale mal, sale mal, tengo 26 años».

J – Sí, pero también emprender es distinto, porque ahí saltamos mucho más al vacío. Cuando montamos la empresa, no sabíamos si queríamos hacer producto o servicio. Ahora mismo no haríamos eso. Si montáramos la empresa ahora, tendríamos clientes preacordados de antemano e incluso seguramente nos basaríamos en una cartera existente para apoyarnos en ella para decir: «aquí hay un negocio». En ese momento fue mucho más salto al vacío. Estuvimos meses sin clientes porque tampoco sabíamos qué queríamos hacer. Eso fue un lujo y nos ayudó a pensar cómo queríamos ser y trabajar.

G – Fue un lujo por una parte, pero tuvo también un coste, una mochila que arrastramos mucho tiempo, de ser capaces de repagar esa deuda inicial. Cuando estuvimos gastando dinero en ver hacia donde íbamos, llegó un momento en el que pudimos encontrar el camino y arrancamos, pero empezamos en negativo como quien dice.

Siendo jóvenes, tuvisteis la oportunidad de errar.

G – Siempre está, pero da menos miedo cuanto menor es la edad.

J – Es más, no hay que tenerle miedo a eso. Pero nunca he estado de acuerdo con la cultura de «equivócate como si no pasara nada». Claro que pasa, al final estás dejando dinero, esfuerzo y cosas por el camino a gente que ha confiado en ti, e igual esa confianza no vuelve. Pero creo que no hay que tenerle tanto miedo a eso como a equivocarte mal. Es importante y hoy en día se enseña bastante bien en las escuelas de emprendimiento a equivocarte pronto y rápido. Aún así, a mí nunca me ha dado miedo decir: «Bueno, si cerramos sé que por lo menos se aprende algo». Hay que entender que como mínimo has aprendido algo.

G – También estamos hablando de un sector en el que, por mucha crisis, hubo trabajo. Ahora tenemos una cultura y un orden, pero en aquel momento había que trabajar muchas horas y echarle mucha energía, que todavía le echamos. Ya no le echamos 7 días a la semana 14 horas al día, pero siempre hemos estado en un sector favorecido. Siempre con la confianza de: «si esto sale mal, en dos meses, tres meses, estaré trabajando con un salario decente y podré ir haciéndome cargo de eso». A lo mejor en un sector con menos movimiento, se tiene más miedo a ese salto.

Y respecto a lo que hablábamos antes. ¿Cómo fue el proceso de captación de los primeros clientes?

J – Pues fueron antiguos contactos, clientes de etapas anteriores, o de amigos de amigos, etcétera… pero sobre todo boca a oreja.

G – Yo creo que fue la principal manera hasta 2018/19, hasta que empezamos a hacer un poquito más de comunicación, a construir un mensaje más exportable.

J – De todas maneras, eso es algo que yo he aprendido y que me plantearía mucho si tuviéramos que empezar: cómo conseguimos los leads. La imposibilidad de crear muchos leads con campañas es algo que me plantearía al montar una empresa así si tuviera que empezar de 0. Al final conseguir clientes por recomendación requiere otro tipo de marketing. Requiere otro tipo de recorrido porque es un proceso de maduración mucho más lento.

G – De hecho, para la edad que teníamos, tuvimos la suerte de tener buenos amigos, gente conocida con la que pudimos contar. Sin eso nos hubiéramos atascado.

J – Sí, probablemente.

G – Puedes hacer todas las campañas que quieras pero si no tienes detrás un bagaje que sustente el mensaje es muy difícil crearte una oportunidad. De hecho, hubo pequeños emprendedores que, por vernos a nosotros y ver lo que contábamos, se animaron a trabajar con nosotros. Ahora tenemos 12 años de portfolio, pesa 2 kilos, y cualquier empresa que quiera trabajar con nosotros sabe que esta gente es sólida, lleva 12 años, ha hecho todos estos proyectos, trabaja con estas grandes compañías y no están dando un salto al vacío a la hora de trabajar con ellos.

Fuente: Twitter, @clouddistrict

Y tras estos 12 años. ¿Vuestros objetivos siguen siendo los mismos que cuando empezásteis?

J – En cierta medida sí, pero han ido creciendo con nosotros. Hubo cosas que teníamos claras desde el principio. Ya sabíamos que queríamos que la empresa fuese sostenible, que nos permitiese llevar más o menos la vida que queríamos. Y luego ciertos valores siempre los tuvimos claros desde el principio: queríamos trabajar bien, queríamos trabajar con grandes cuentas, queríamos crear un equipo, que la oficina estuviese en el centro, el dress code… Son todo cosas que decidimos muy al principio. El cómo queremos hablar internamente y externamente, esas las hemos mantenido. Luego los objetivos, los hemos ido cambiando en cuanto a la parte vital como emprendedor, claro.

G – Si en aquel momento nos hubiéras preguntado dónde nos veíamos en 10 años, pues algo te responderíamos. Ahora si nos preguntas dónde queremos estar en 5 años, te podemos llenar 3 pizarras con eso. En aquel momento no, crecer y hacer cosas chulas.

J – Durante mucho tiempo dijimos que no queríamos ser más de 20, por ejemplo. Seguramente lo decíamos porque lo veíamos como algo inalcanzable. Finalmente cuando llegamos a los 18 tuvimos que decir “¿y ahora qué hacemos con este principio?”. Lo descartamos, osea que también eso viene con el crecimiento. Son cosas que tienes que ir viendo sobre la marcha.

Y con todo este crecimiento, habréis cometido algún error por el camino del que hayáis aprendido.

J – Aprender sobre todo, planteándolo siempre como aprendizaje, pero hemos cometido errores graves.

G – Sí, al final, fruto del día a día.

J – Hemos cometido errores en selección de clientes, en dirección de proyectos, en selección de equipos, en trato de equipos, en comunicación interna, comunicación externa… todos básicamente. Los errores con los proyectos, por ejemplo, al principio te duelen horriblemente. Nosotros además siempre hemos querido entregar bien, cuidar a los clientes. Al principio te hacen incluso replantearte: «a lo mejor no servimos para esto, estamos intentando jugar en una liga en la que no podemos». Luego te das cuenta de que antes o después tiene que pasar, y se trata de que pase poco. A veces es tu culpa, a veces es culpa del cliente. Nosotros siempre hemos intentado ser honestos, justos, pero de esos errores también aprendes. Lo malo es que cuando alguno de esos errores puede ser un torpedo en tu línea de flotación. Los problemas de comunicación interna, por ejemplo, son seguramente los más difíciles de superar y los que dejan más cicatriz.

¿Qué consejos podríais darles a vuestros yos de 26 años?

G – Mira, siendo sincero, todos los consejos que les podríamos dar no nos escucharíamos a nosotros mismos porque ya nos los habrían dado. Siempre hemos tenido muy buenos asesores, es una recomendación para cualquier emprendedor, que tenga advisors, asesores, amigos. Este camino no se hace solo, sino con el conocimiento de los demás. Mejor te hace cuanto más puedas compartir tus preocupaciones y demás. Entonces, tuvimos a esos asesores que nos decían las cosas que nos diríamos a nosotros mismos.

J – Efectivamente, es como cuando les dices a tus hijos «te vas a caer, te vas a caer, te vas a caer» y se tienen que caer porque es parte del proceso de aprendizaje. Yo creo que el consejo que reforzaría, porque creo que ya teníamos esa intuición, es: Rodéate de la mejor gente que puedas. Y a lo mejor, como consejo concreto, empieza con las ventas desde el principio, que era algo que tardamos en centrar, pero para mí esos son los dos focos. Y luego, tranquilo que el viaje es largo, tómatelo con calma. Nosotros hemos trabajado mucho con startups porque nos gustaba, y algo que hemos visto mucho es lo que se llama la startup zombie. Al final tienes que entender si estás yendo hacia delante o estás dando vueltas en el mismo punto, pero es verdad también que no hay que tirar la toalla a la primera. Lo dicho, el camino es largo, hay que aguantar. Nosotros hemos aguantado en algunos puntos, y ha sido para bien, pero sigo insistiendo que es diferente para los servicios. Si ves que estás a punto de cerrar, un cliente grande que te va a cambiar la peli muchísimo no es lo mismo que un producto que tiene que seguir creciendo pasito a pasito.

G – De hecho, yo siempre cuento como anécdota que los primeros 4 años, dos o tres veces había escrita una carta de despedida de: «Chicos, ha sido muy bonito…». Pero siempre encontramos el motivo para aguantar un poquito más y eso nos ha llevado ya hasta hoy.

J – Aún así, tengo claro que donde estoy hoy no es donde quiero estar. Tengo amigos que dicen «mira lo que has conseguido» y yo les digo «sí, pero no». Aún no estamos donde queremos estar, pero tampoco hay que perder nunca la perspectiva. No quiero orgullo excesivo, de «soy emprendedor y soy lo más».

Y habrá algún momento en el que estéis satisfechos del todo con lo que habéis construído, o la gracia del juego es poder seguir jugándolo?

G – Sí, siempre estaremos orgullosos de lo que hemos hecho. Aunque mañana tomemos la peor decisión de todas que nos hunda en 3 meses, estamos orgullosos de todo lo que hemos hecho. Ya el recorrido es largo y bonito. Sí estamos orgullosos de la manera en que hemos conseguido dar este servicio en nuestra compañía.

Muchas gracias por compartir vuestro conocimiento.

Fuente: Twitter, @clouddistrict

Si quieres recibir las últimas noticias de emprendimiento, considera suscribirte a nuestra newsletter aquí.